Idealmente, antes de correr a la tienda por semillas, no estaría de más leer literatura especializada sobre el cultivo de plantas en casa. Desafortunadamente, yo solo leí por encima un par de artículos sobre este tema cuando se me ocurrió la idea de un huerto en la ventana. Por ello cometí muchos errores que, sin duda, afectarán la cosecha. Pero de los errores se aprende, y espero que mis fallos ayuden a otros jardineros principiantes de huertos en ventanas.
No comencé con libros, sino con semillas. Estas, en específico: eneldo Salute, eneldo Ambrosía, estragón (también conocido como tarhoun), cebollino (también conocido como cebolla rezanec o cebolla escalonia) y melisa limón.
Además de estas semillas, me encontré con unas semillas de eneldo y perejil muy antiguas, guardadas en cajas de cerillas húmedas que pertenecían a mi abuelo.
Seguir las recomendaciones del paquete de semillas me pareció demasiado simple, y yo no busco caminos fáciles :) Mi abuelo (jardinero y viticultor con 50 años de experiencia) siempre remoja las semillas antes de plantarlas. Así que hice lo mismo:
Como mini-invernadero usé una cubitera, algodón y una venda. Justo en esos días cayeron 50,000,000 toneladas de nieve en tres días, y recogí un cubo para guardar agua de deshielo para las semillas. El algodón casi flotaba en agua tibia. Coloqué un cuadrado de venda sobre el algodón, y sobre la venda, algunas semillas. Pulvericé agua sobre las semillas con un atomizador y cubrí la cubitera con film transparente.
Coloqué el invernadero sobre un radiador caliente, interponiendo entre ambos una toalla gruesa y doblada (asumiendo el riesgo). Tenía otra cubitera y un diente de ajo que había germinado… Esto es lo que salió de todo esto:
A los dientes les corté cuidadosamente la parte seca en la punta, para facilitar que el brote saliera. Ahora, lo dejo todo tranquilo durante la noche.
